martes, 18 de junio de 2013

Y llueve...

Arco iris
Después de unos días de bochorno ha vuelto la lluvia, como viene siendo habitual en esta primavera que ya expira dejándonos estampas tan bonitas como las de hoy. El arco iris ha salido unos instantes, pero el cielo se ha vuelto a cerrar y ha descargado lluvia de lo lindo.
¿Habrá o no habrá verano? he ahí la cuestión. Yo creo que habrá, aunque lo más seguro es que sea un poco raro. Lo que sí es seguro es que habrá bichos a manta, sobre todo insectos, o sea, mosquitos. Este año la vida abunda por encima de sus niveles habituales; y eso me gusta; no lo puedo evitar.
El mayor inconveniente son las hierbas, especialmente las distintas gramíneas, cuya insistencia en crecer y fructificar hace inútil todo intento de eliminación por medios mecánicos. Ya puedes cortar que vuelven a aparecer y, claro, luego las espiguillas se cuelan por las zapatillas, los pantalones y los calcetines molestando un tanto, Así es el campo.

lunes, 17 de junio de 2013

Mariquita se llama mi amor II


Si ver una mariquita sobre una planta de berenjena me provocó tanto entusiasmo, imaginad lo que ha significado ver todo un ejército devorando pulgones sobre el ápice de una planta de calabacín. El pulgón ha proliferado dentro del invernadero y ahora lo hace fuera, como me temía, pero también es verdad que aquella solitaria mariquita anticipó la llegada de otras muchas, así que me propuse  tener paciencia para comprobar que el pulgón desaparecía sin más intervención.
Adiós al jabón de potasio y otros mejunjes de eficacia más que dudosa; adiós a los insecticidas de pelitre; adiós al pulgón. Efectivamnete: el pulgón había desaparecido por completo sólo un día después de hacer esa foto (que se deforma no sé por qué) en la que se ven cuatro mariquitas (aunque había muchas más) comiendo a sus anchas. Si no lo hubiera comprobado con mis propios ojos me mostraría escéptico en esto de la lucha biológica, pero a partir de hoy mismo soy un creyente total.
Por cierto, las mariquitas se han ido a otro sitio porque en el calabacín ya no hay condumio.
Ahora me preocupa la araña roja y la mosca blanca. La primera creo que ya está estropeando las tomateras del invernadero (que ya me están dando tomates) y la segunda no ha aparecido todavía, pero me temo que aparecerá, como el año pasado. Estoy probando con azufre en pòlvo. Ya contaré.

Mariquitas


miércoles, 12 de junio de 2013

Cerezas eróticas



Cereza erótica
Poco a poco van madurando las cerezas, pero todavía les falta el punto de dulzura y sabor que sólo alcanzan cuando el rojo intenso se su piel vira al negro. Esta tarde he cogido unas pocas y me he encontrado con varios especímenes un tanto curiosos. Las he llamado cerezas eróticas, aunque más bien son pornográficas y muy viriles. El caso es que la cereza siempre ha sido un símbolo de la sensualidad femenina, por la suavidad, su brillo y su color; pero este año - por alguna razón relacionada con la polinización- abundan estos  ejemplares deformes y masculinizados. Cosas de la reproducción sexual al fin y al cabo.

Cereza erótica 2
Cerecipote

Cerezas normales





jueves, 6 de junio de 2013

El primer Cherry

Tomate cherry
Aquí está el primer cherry, que además es el primer tomate maduro de temporada. Estamos a primeros de junio y todavía anda todo muy retrasado en el huerto debido a la anormalidad climática de esta primavera.
Lo curioso es que la mata fue plantada más tarde que las de híbridos en el invernadero, pero ha sido la primera en darnos una alegría.
Estos tomatitos son cada vez más populares por su sabor y por el toque moderno que le dan a los platos y ensaladas, aunque mi mujer asegura que donde se ponga un buen tomate morado de los gordos que se quiten los cherry y otros inventos.

domingo, 2 de junio de 2013

Proteínas hortícolas: la cosecha no vegetal



Los primeros caracoles de la temporada

En el huerto viven las hortalizas y sus invitados; y entre los invitados hay algunos tan apreciados que bien pueden considerarse una cosecha más; me refiero a los caracoles. Desde siempre me han gustado mucho, sobre todo los de monte bajo que buscaba con mi padre en La Manchuela conquense. Pero eran tan exquisitos como escasos. Cuando vine al Bajo Aragón pronto me di cuenta de que esto era otra cosa: aquí se crían multitudes en las huertas y en los linderos de parcelas y acequias, pero la calidad de algunas de las especies es tan buena que bien guisados poco tienen que envidiar a los de mi infancia.
De abril a octubre salen cada vez que llueve desde el atardecer hasta la mañana siguiente. A veces los buscamos con linterna en plena noche y en poco tiempo llenamos las bolsas.
En los huertos es posible encontrarlos de noche incluso cuando no llueve, pues la humedad y los riegos los mantienen activos continuamente. Otras veces se coge un puñado buscando entre las hortalizas, donde se esconden. Y lo más chocante: en pleno invierno hay quien los encuentra entre las grietas de las paredes de piedra que separan unos bancales de otros.
La receta que triunfa en mi casa es un  legado de la abuela de mi mujer: se van friendo en un poco de aceite de oliva y en su propia baba, hasta que la salsa resultante se reduce. Se pone sal y algo de romero cuando ya falta poco para que estén hechos. Al final se retiran del fuego y se añade ajo troceado o picado y se revuelve todo para que cojan sabor. El engaño es fundamental, porque de lo contrario algunos se quedan tan adentro de sus conchas que no hay forma de pincharlos; se consigue con un fuego lento desde el principio.
Empiezas a comerlos y no puedes parar. Y qué bien suenan los chupitones y los sorbos.
Comprendo que a muchas personas ni se les pase por la cabeza consumir unos bichos tan así, sobre todo si no se han acostumbrado desde pequeños.  No saben lo que se pierden.